Estas cartas dan a conocer una década decisiva pero hasta hoy muy poco conocida de la vida de Signmund Freud, la que abarca desde sus estudios de bachillerato al examen de doctorado en medicina. Freud se da a conocer aquí como un estudiante de filosofía prudente y apasionado, un juicioso crítico literario y un atento observador de los movimientos sociales y políticos. Desde Trieste, Freud narra sus aventuras como joven investigador en zoología pero, al mismo tiempo, agudiza su mirada en la observación de la condición humana.

Para la comunicación de sus secretos sentimentales, Sigmund Freud y Eduard Silbertein fundan la "Academia Española", un pacto entre dos únicos miembros que implica el uso del idioma español en muchas cartas y la adopción de los nombres de Cipión y Berganza, según el modelo del "Coloquio de los perros" de Cervantes. En castellano, Freud reafirma su origen judío y también expresa, a los dieciséis años, su primer amor. Un amor tan imposible como intenso que choca con la prohibición paterna y da lugar a una primera y profunda confrontación con el problema de la represión y la renuncia sublimada.

En estas cartas, que documentan con precisión la época de formación intelectual y sentimental de Sigmund Freud, desde los 15 a los 25 años, destaca por encima de todo la impecable sinceridad y el amor a la verdad, unos rasgos que constituyeron la base sobre la que Sigmund Freud construyó la teoría y la experiencia psicoanalíticas.